Yo personalmente, no he sido compradora de vivienda, por lo que no me he podido sentir engañada y estafada como los protagonista se la película, pero si tengo una amiga, que le pasó algo parecido… y la verdad, creo que esto puede ser lo más parecido a visitar el infierno en vida.
Despojados de todos los derechos, con todos sus ahorros invertidos en nada, sin posibilidad de recuperarlos y para más INRI pagando un préstamo de una vivienda que jamás será construida y de la que jamás podrá disfrutar. Horrible.
Pues esta película es un reflejo de dicha vivencia.
Álex (Fernando Tejero) y Virginia (Malena Alterio) compran un piso, sobre plano, en las afueras de una gran ciudad porque no pueden permitirse grandes lujos. Con sus ahorros pagan la entrada y aceptan una hipoteca a 40 años. Cuando sólo faltan unos meses para la entrega de la vivienda, el edificio aún está sin terminar. Un día, inesperadamente, precintan la zona y paran las obras. Los compradores forman una plataforma de protesta y denuncian a la constructora. Así es como Álex conoce a Toño (Jorge Bosch), otro afectado, que trabaja en la construcción, y que está convencido de que se trata de una maniobra para deshacerse de ellos.
Como constructor inmobiliario la película cuenta con la participación de un enorme Emilio Gutiérrez Caba. Y como no podía faltar en algo tan realista también tenemos al concejal de construcción y vivienda, que ha sido ‘comprado’ por el anterior para hacer sus tejemanejes y poder llevar a cabo una construcción de viviendas sobre suelo no urbanizable.
Película entretenida y muy recomendable.
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