Se trata de una historia de amor que nos traslada a la Alemania de después de la II Guerra Mundial (1940-1945). En este contexto tan duro y desgarrador para toda la sociedad se conocen Michael Berg (David Kross), un chico de quince años y Hanna Schmitz (Kate Winslet), una mujer seria y reservada que le dobla la edad. Su encuentro es tan fortuito que nos hace pensar si realmente el destino está escrito o lo escribimos nosotros con nuestros actos.
Entre ambos surge un apasionado y secreto idilio que vivirán apasionada e intensamente. La relación se ve interrumpida cuando Hanna desapareció de repente y sin explicación alguna.
Ocho años más tarde, siendo estudiante de Derecho, Michael vuelve a verla, pero en una situación que jamás hubiera podido imaginar.
A destacar el papelón de la enorme Kate Winslet (mi actriz estadounidense favorita, por cierto) que cada vez me impresiona más, no sé si es que ha sido una actriz injustamente infravalorada que hasta hace relativamente poco le comenzaron a llegar guiones de películas excelentes en las que borda el papel, o que como el buen vino, mejora con los años, pero sin duda, su interpretación es inmejorable y la película una pasada. En fín, sentimientos a flor de piel y sensaciones inesperadas.
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