Penúltima
película del gran von Trier, pues su nueva creación ‘Nymphomaniac’ está a punto
de estrenarse en las salas.
La
verdad es que Melancolía poco tiene que ver con la creación anterior a ésta por
parte de Lars que era ‘Anticristo’. Si por algo destaca el director es por eso
mismo, porque de una película a otra hace un salto cualitativo tremendo, como
lo ha hecho ahora de Melancolía a Nymphomaniac. Aunque el cordón umbilical de
todas ella sea el mismo y por el que se caracteriza el cine de von Trier: la
angustia, la melancolía, la ansiedad, la zozobra, la desazón, la inquietud, la
nostalgia, la soledad, la tristeza, en definitiva la depresión. Y quizá todo
esto se aúna en una película y sin lugar a dudas es en esta, en ‘Melancolía’.
El
título, en mi opinión se refiere a todos estos sentimientos que puede sentir una
persona como es von Trier, una persona atormentada que vive en una constante
melancolía. Aunque en esta película lo utiliza con doble sentido lo que viene a
contarnos es lo mismo, el gran poder destructivo que tiene (la) “Melancolía”.
Se
nos cuenta la historia de Justine (Kirsten Dunst) y Michael (Alexander Skarsgård)
quienes celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de la hermana de
Justine (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). La película
sucede en este tramo de tiempo, durante la boda, que como no podía ser de otra
forma resulta ser un caótico desastre. Por si fuera poco, existe amenaza de la
aproximación de un planeta destructivo que estrellará con la Tierra y hará que
ésta explote, el planeta lleva por nombre ‘Melancholía’.
La
verdad es que esta película me gustó muchísimo, no podría decir que es mi
favorita, porque ese lugar lo ocupa ‘Bailar en la Oscuridad’ de la que también
hablaré otro día, pero sí que es una de ella.
Es
una película lenta, pero quizá eso es precisamente lo que la hace también más
bella, pues te conviertes en partícipe directo de la marabunta de sentimientos
a flor de piel que se respiran durante todo el metraje.
Las
interpretaciones son soberbias, la siempre correcta Charlotte, musa, ya
reconocida de Von Trier (aunque tras Nymphomaniac, han tenido duros
enfrentamientos), pero sobre todo el papelón de Kirsten Dunst, nada propensa a
este tipo de personajes, probablemente interpretar a Justine supuso un punto y
aparte en su carrera.
En
definitiva, un peliculón.